Juanito* conoce tan bien la frontera peruano ecuatoriana que cuando llegan los policías en camionetas y motocicletas, ya sabe por donde escabullirse. Él y su madre han escapado de los controles, debido a que todos los días van y vienen de Huaquillas a Aguas Verdes y viceversa. La rutina es la misma, dice Juanito mientras conduce su pequeña motocicleta: pasar por la trocha, cargar bidones de combustible ecuatoriano y traerlos a su vivienda. Después los venderá y, con ese dinero, mantendrá a su madre y hermanos.
Parece que fuera una rutina sencilla, pero no lo es. Pues, por cada galón de gasolina que trae a Perú debe pagarle a “Los Choneros” 0.25 centavos de dólar. “Si no pagamos, nos dan piso”, cuenta Juanito refiriéndose a que no cancelarle a los miembros de la organización —hoy considerada terrorista por el gobierno ecuatoriano— significa la muerte.
El despliegue de más de 500 policías a la frontera de Aguas Verdes, en Tumbes, ha modificado la rutina en esa zona fronteriza. Antes de que llegaran las fuerzas policiales, todo funcionaba con normalidad, prosigue Juanito. “Los Choneros ya están acá en la frontera, nos cobran cupo a nosotros, a todos los que traemos y llevamos ‘merca’ [mercadería]”, enfatiza. Pero ahora las actividades comerciales de origen clandestino se han detenido.
Cerrarle el paso al crimen
Después de que el último domingo escapara de la cárcel, alias Fito, el narcotraficante más peligroso de Ecuador y líder de la banda Los Choneros, se encendieron las alarmas en Perú. Sin embargo, no fue sino hasta unos días después cuando se desató una ola de violencia, que incluyó la toma de un canal de televisión por parte de delincuentes armados y otros golpes en diferentes cárceles del vecino país, cuando el gobierno peruano decidió reforzar la vigilancia en la frontera norte, especialmente en Aguas Verdes, Tumbes.
La medida se oficializó con la declaratoria de emergencia en la frontera norte, que incluye a distritos fronterizos de Tumbes, Piura, Cajamarca, Loreto y Amazonas. La idea, según el gobierno peruano, es evitar el ingreso de delincuentes extranjeros a nuestro país. Sin embargo, Juanito cree que la iniciativa peruana resultará poco efectiva. “Los Choneros ya han dicho que van a tomar Tumbes y Piura, quieren hacerse con el negocio de las extorsiones, la trata de mujeres y el comercio [ilegal]”, enfatiza.
Al respecto, el exministro del Interior, Rubén Vargas, dijo a El Comercio que desde el año pasado ya hay miembros de Los Choneros en nuestro país. “Si no se toman medidas urgentes e inteligentes, puede ocurrir una situación como la de Ecuador. [Los Choneros] Se van a enfrentar con las bandas locales, en busca del control territorial”, dijo una fuente de Inteligencia peruana a Norte Sostenible.
La crisis de seguridad en Ecuador obligó a que los negocios de Huaquillas, en el lado ecuatoriano, cerraran por precaución. La joven ecuatoriana Carolina Espinoza le dijo a este medio que debido a la escalada de violencia en su país no abrieron la tienda donde se emplea. Similares comentarios realizaron comerciantes ecuatorianos y algunos peruanos que trabajan en Huaquillas, en un recorrido que realizó Norte Sostenible.
Dan Collyns, periodista británico que vive en Lima desde hace muchos años, conoce muy bien la situación en Ecuador. El año pasado cubrió varios episodios de violencia, incluido el asesinato al candidato presidencial Fernando Villavicencio. El corresponsal de CGTN señala en su reciente artículo para The Guardian que los ecuatorianos no se imaginaban pasar tan rápido de ser una nación apacible a un epicentro de violencia en América Latina. Dos de los elementos de ese estallido, dice Collyns, son el tráfico ilegal de droga y las pandillas en Ecuador.
Mientras tanto, especialistas en seguridad vienen señalando que nuestro país debe mirar a Ecuador como ejemplo, para evitar llegar a un desenlace similar. No obstante también consideran que las medidas deben incluir una estrategia integral, que no solo sea el cierre de una frontera extensa y descuidada a lo largo de los años.
*Se ha cambiado el nombre de la fuente por razones de seguridad