Por: Analí Valencia
En el marco de Agromin 2025, el director de Compañía de Minas Buenaventura, Raúl Benavides, defendió el proyecto minero El Algarrobo en Tambogrande y señaló —de manera errónea— que la oposición a su proyecto se basa en «una encuesta manipulada», en clara alusión a la consulta popular celebrada en 2002, mediante la cual el 98% de la población de Tambogrande le dijo no a la minería y reafirmó su modelo de desarrollo centrado en la agricultura.
La declaración de Benavides es falsa, debido a que la consulta popular fue un proceso democrático celebrado en 2002 y respaldado por la Municipalidad Distrital de Tambogrande, entonces encabezada por el alcalde Alfredo Rengifo. Contó con la veeduría de organismos internacionales y la participación libre y voluntaria de los ciudadanos de Tambogrande que, finalmente, le dijeron no a la minería como modelo de desarrollo.
Una de las luchadoras sociales de aquella época y que recuerda muy bien el desarrollo del conflicto con Manhattan es Hermelinda Castro, una defensora ambiental que participó en la defensa de su territorio. En diálogo con Norte Sostenible, sostuvo que desde entonces la participación de las mujeres en asuntos públicos ha aumentado.
“Yo creo que las jóvenes de Tambogrande, las mujeres, están conscientes de esa identidad, de su territorio, de lo que tenemos. Si es necesario gestionar una nueva consulta popular, lo haremos, y ganaremos nuevamente”, afirmó convencida.

Sin embargo, para el representante de Buenvantura la oposición se basa en la consulta popular de hace más de dos décadas, la misma que frenó el proyecto Manhattan. “Ha habido una encuesta… bastante manipulada de hace cuántos años, más de 20… estaban hablando de un proyecto de tajo abierto donde se iba a mover una ciudad”, recordó.
Agua solo si se aprueba el proyecto
Sobre la relación entre minería y agua, Benavides fue enfático al señalar que ambos componentes del proyecto El Algarrobo dependen uno del otro. “El desarrollo sostenible tiene tres etapas: económico, social y ambiental. Si tú no tienes una de las tres patas, no funciona”, dijo. Por eso, remarcó que «si no hay proyecto minero, no hay proyecto hídrico… Tú no puedes hacer una casa sin tener el dinero para hacerla». En otras palabras: solo dotarán de agua potable a la población si es que les otorgan la licencia social para explorar y luego explotar la mina subterránea de cobre.
Pese al rechazo persistente de un sector de Tambogrande, Benavides aseguró que el equipo del proyecto ya trabaja con comunidades como Locuto e insistió en que no es posible convencer a todos. “No todo el mundo va a estar de acuerdo… Si hay alguien que no nos quiere por alguna razón, tampoco podemos [hacer más]. Lo que sí le garantizo es que vamos a hacer las cosas correctas y de la mejor forma posible”, afirmó.
«Si no hay proyecto minero, no hay proyecto hídrico… Tú no puedes hacer una casa sin tener el dinero para hacerla».
raúl benavides, de buenaventura
Por otro lado, Benavides insistió en que los reservorios deben construirse donde realmente funcionan: en la parte alta, lejos de los arrastres de lodo que hoy afectan a las represas. “¿Por qué tenemos problemas nosotros con las represas hoy día que se están llenando de lodo? Porque están en la parte baja. En la parte alta los ríos no tienen partículas de suspensión. Entonces las represas duran todo el tiempo”, explicó.
El director de Buenaventura también respaldó el planteamiento de Río Blanco Copper respecto al financiamiento de reservorios mediante impuestos generados por un futuro proyecto minero. Es decir, el condicionamiento de ejecutar proyectos hídricos solo si la población les otorga la licencia social para explotar y operar la mina en la sierra de Piura. «Lo que nosotros hacemos… es que podemos hacer obras por impuesto. La obra por impuesto de lo que se trata simplemente es usar la gestión privada para la obra pública, pero en realidad los [fondos] son del Estado», detalló.