Norte Sostenible

Dengue en Perú: el año en que la epidemia batió todos los récords

Una madre nunca se cansa de esperar. Por eso, Rosa Edelmira Ruiz Morales sueña con volver a abrazar algún día no muy lejano a su pequeña Fer María. La niña de 11 años murió el 2023, durante la peor ola de dengue registrada en la historia del Perú. “A veces sueño que la tengo de nuevo en mis brazos”, dice la mujer que cada semana le lleva flores al cementerio San José de La Legua, un pueblo ubicado a solo diez minutos de la ciudad de Piura, en el norte del país. Al frente de su nicho, Rosa le cuenta cómo le ha ido en la semana y cuánto la echa de menos. Porque una muerte así, que pudo evitarse, nos persigue hasta en sueños. 

La madre de la pequeña Fer María ha contado su historia a medios locales, nacionales y extranjeros, incidiendo siempre en la negligencia del deficiente sistema público de salud en Piura. Su hija no fue trasladada a tiempo a Lima, a pesar de su grave estado de salud. Se contagió de dengue quizás en el colegio, y en una semana sus síntomas se agravaron: fiebres altas, vómitos, dolor abdominal y pérdida de peso. Al inicio acudió, sin éxito, a la posta médica de su pueblo; luego fue trasladada al Hospital Santa Rosa de Piura; y, tras agravarse, la llevaron a Lima, donde falleció.

Su historia, dolorosa hasta ahora, refleja la peor crisis del sistema de salud peruano; que ya antes había sido expuesto durante la pandemia por la Covid-19. El año pasado, Perú cuadruplicó los casos de dengue en comparación con el 2017, que mantenía las peores cifras hasta entonces. El Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del Ministerio de Salud (Minsa) registró 274,227 casos de dengue el 2023; cuatro veces más que en 2017, cuando se reportaron 68,290. 

Un cóctel de factores mortales 

Fer María vivía en La Legua, un pueblo que recibe agua potable de manera interdiaria y durante dos horas. Esa situación obliga a los ciudadanos a almacenar agua potable en recipientes que, durante las lluvias, se convierten en criaderos del Aedes Aegypti, el zancudo transmisor del dengue. El año pasado, las lluvias de El Yaku y el deficiente sistema de agua potable en el norte del Perú se convirtieron en los principales factores del repunte de casos de esta enfermedad. 

Tanto las lluvias como el precario sistema de agua potable son causas conocidas por las autoridades en Piura, sostiene María Lupú, presidenta de la Federación Médica de Piura. “Lamentablemente, sin el presupuesto adecuado no se puede combatir el dengue. Cada año se solicita S/ 80 millones al gobierno central, pero solo destinan a la región poco más de S/ 3 millones”, dice la experta a Norte Sostenible. 

Fer María, de 11 años, fue una de las víctimas mortales del feroz dengue que atacó este año al Perú.
La madre de Fer María, víctima mortal del dengue, visita cada semana a su hija en el cementerio de La Legua, en Piura. Foto: Ralph Zapata.

Las consecuencias son fatales: el año pasado fallecieron 444 personas, la mayoría de ellas en Piura (147), Lambayeque (138) e Ica (42). El número de decesos es casi cinco veces más que el 2017, cuando se reportaron 93 víctimas mortales. El cuadro era desesperante en los hospitales, pues durante la peor época [mayo y junio] los hospitales y postas médicas de Piura estuvieron abarrotados. Incluso se atendía a los enfermos en pasillos, salas de espera y hasta en vehículos menores, como corroboró Norte Sostenible. 

Al respecto, Cristhian Requena, decano del Colegio Médico de Piura, explicó que la pandemia de la Covid-19 debilitó el precario sistema de salud peruano, y el dengue terminó de destrozarlo. “El problema es estructural, porque el sector ha estado muy descuidado. La Covid-19 nos afectó muchísimo, y cuando llegó el dengue no teníamos cómo responder. Pero también hubo una responsabilidad política, porque todas esas deficiencias ya las conocíamos”, sostuvo.  

Mejorar la respuesta y la prevención

Aunque el dolor sigue fresco, la madre de Fer María solicitó a las autoridades trabajar de manera preventiva, para evitar que una nueva ola dengue se lleve a más niños y niñas piuranas. “Acá en La Legua recién fumigaron después de que falleciera mi hija, cuando nosotros veníamos pidiendo [la fumigación] desde hace tiempo. Esperaron que haya muertes, para recién hacernos caso”, narró la mujer. 

Pero no fue el único pueblo azotado por el Aedes Aegypti que, durante el pico de la epidemia de dengue, clamaba por la fumigación. A veinte minutos de La Legua, en el campamento de damnificados del Niño costero 2017, en Catacaos, el dirigente Cristóbal Timaná también enviaba documentos a las autoridades de salud. Pero, nunca llegaron. Nunca. 

El año pasado fallecieron 444 personas, la mayoría de ellas en Piura (147), Lambayeque (138) e Ica (42).

El líder de los damnificados contó que, primero, las autoridades de salud le respondieron que en su pueblo no había tantos casos y que, por eso, no eran priorizados. Aunque, como seguía insistiendo, le dijeron que irían los fumigadores, siempre y cuando Timaná y los damnificados compraran la gasolina para movilizarse. Pero a ellos, que apenas conseguían para el día a día, se les hizo imposible cumplir esa exigencia. Entonces solo les quedó enfrentar los zancudos con nim [una hierba medicinal que alivia los síntomas de la enfermedad], repelentes caseros y mucha fe. 

¿Cómo nos preparamos para enfrentar una nueva ola?

El año pasado no solo se vivió la peor ola de casos de dengue en Perú, sino a nivel mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Desde principios de 2023, la transmisión en curso, combinada con un aumento inesperado en los casos de dengue, ha resultado en cerca de un máximo histórico de más de cinco millones de casos y más de 5000 muertes relacionadas con el dengue reportadas en más de 80 países/territorios y cinco regiones de la OMS: Regiones de África, América, Sudeste Asiático, Pacífico Occidental y Mediterráneo Oriental a nivel mundial”, informó el máximo organismo de la salud. 

Cerca del 80% de estos casos, o 4,1 millones, se han notificado en la Región de las Américas, donde sobresale nuestro país. Los factores que motivaron la aparición de más casos fueron, según OMS, “la distribución cambiante de los vectores (principalmente Aedes aegypti y Aedes albopictus ), especialmente en países que antes no padecían dengue; las consecuencias del fenómeno de El Niño en 2023 y el cambio climático que provocará un aumento de las temperaturas y altas precipitaciones, humedad, entre otros; sistemas de salud frágiles en medio de la pandemia de COVID-19, inestabilidades políticas y financieras en países que enfrentan crisis humanitarias complejas y grandes movimientos de población”.

El año pasado no solo se vivió la peor ola de casos de dengue en Perú, sino a nivel mundial, según la OMS.

Entre mayo y junio del año pasado se reportó el pico más alto de casos de dengue en la historia del Perú. En los hospitales no había espacio para más enfermos. Foto: Ralph Zapata.

Después de Brasil, Perú es el segundo país de América con más casos de dengue: 813 casos por cada cien mil habitantes, según OMS. Ante ese panorama que puede agravarse debido al cambio climático y a una nueva temporada de lluvias este verano, ¿cuáles son las salidas? Para María Lupu, presidenta de la Federación Médica de Piura, a nivel del gobierno nacional y local es urgente que se priorice presupuesto para combatir esta enfermedad endémica. 

“Estamos a la deriva por esas limitantes [falta de presupuesto]. ¿Qué le queda a la población? Primero, mantener una vivienda saludable, con buena higiene. Deben desechar los inservibles, botellas, llantas, tapar bien los recipientes con agua, dejar ingresar a los inspectores sanitarios que ya están llegando a las casas”, dijo la experta. 

Agregó que a los gobiernos locales les compete limpiar las cuencas, los charcos de agua que se han generado por las lluvias este verano y apurar la instalación del drenaje pluvial en las ciudades. Asimismo, considera que las fumigaciones no deben ser focalizadas, sino aéreas. 

Para frenar la embestida del dengue, las autoridades recurrieron a la fumigación de viviendas en las zonas más asoladas por el zancudo transmisor. Foto: Ralph Zapata.

“Siempre he estado en desacuerdo con que sean focalizadas, porque varias zonas [como los damnificados de San Pablo] son relegados. Se fumiga una zona, pero los vectores se van de un lado a otro, y de nada sirve. Por eso mejor que sea fumigación aérea, que ha dado buenos resultados en otros países”, consideró. 

Por su parte, Cristóbal Timaná, líder de los damnificados del Bajo Piura, solicitó mosquiteros y repelentes para las más de 3 mil familias que viven en el campamento. “Si no pueden fumigar nuestras casas, necesitamos que nos ayuden con repelentes y mosquiteros. Pedimos a las oenegés, empresas, a todas las personas de buen corazón que nos quieran apoyar”, dijo. 

Los afectados y especialistas esperan que este año el dengue no ataque con tanta ferocidad como el 2023, pero para eso es primordial el presupuesto para prevenir y mitigar la escalada de casos. Además, es indispensable que las autoridades enfoquen sus esfuerzos en disminuir las brechas de acceso a servicios básicos y la reducción de la pobreza.

El 2023 será recordado como el año en que el dengue superó todas las cifras históricas: 274,227 casos, cuatro veces más que el 2017; y 444 fallecidos, cinco veces más que el año en que sufrimos el Niño costero. Historias como la de Fer María, una niña de 11 años que falleció en Piura debido a una cadena de negligencias y demoras, nos muestran con dureza los retos pendientes en el sector salud.

12 enero, 2024