En la actualidad, las bebidas energéticas han ganado popularidad mundial y son promocionadas como impulsoras del rendimiento. Sin embargo, poco se discute sobre sus efectos adversos. En esa línea, un reciente estudio, desarrollado en Noruega y publicado en la revista BMJ Open, ha revelado una asociación preocupante entre la mala calidad del sueño y el insomnio entre los jóvenes que consumen regularmente bebidas energéticas. La investigación recoge datos de más de 50,000 personas de entre 18 y 35 años y destaca que a mayor frecuencia de consumo de estas bebidas, menos horas de sueño experimentan los participantes.
El estudio señala que las bebidas energéticas, promocionadas como impulsoras de la salud mental y el rendimiento físico, contienen en promedio 150 mg de cafeína por litro, junto con azúcar, vitaminas, minerales y aminoácidos. Su popularidad, especialmente entre los estudiantes, ha sido objeto de preocupación debido a los posibles riesgos asociados a su consumo.
“Incluso solo una pequeña cantidad (una bebida de una a tres veces al mes) puede estar relacionada con la calidad y cantidad de sueño de los jóvenes”, explicó a la revista SINC Siri Kaldenbach, primera autora e investigadora en el Hospital Innlandet de Noruega.
Además, el estudio señala que las mujeres mostraron ser más cautelosas en su consumo: el 50% de ellas declararon que rara vez o nunca toman bebidas energéticas, en comparación con el 40% de los hombres que dijo no consumir ese tipo de bebidas.
Asimismo, se observaron claras diferencias en los patrones de sueño. Por ejemplo, aquellos que consumen a diario duermen alrededor de media hora menos que los que consumen ocasionalmente o no lo hacen en absoluto. En el caso del insomnio también fue más frecuente entre los consumidores diarios en comparación con aquellos que informaron un consumo ocasional o nulo.
Los investigadores recomendaron informar a los consumidores sobre los posibles riesgos en su salud y sugirieron que la frecuencia de consumo podría ser un objetivo para las intervenciones destinadas a mejorar la salud del sueño en la población joven.
Aunque el estudio es observacional y no puede establecer causalidad, los resultados subrayan la necesidad de una mayor conciencia sobre los efectos del consumo de bebidas energéticas en la calidad del sueño. En realidad se trata de un problema que fácilmente podría extenderse más allá de las fronteras noruegas.