Piura enfrenta una profunda e histórica crisis por el agua, un recurso vital que se ha convertido en el bien más preciado y disputado en esta región del norte peruano. Lo que alguna vez fluyó en abundancia por los ríos Piura y Chira es ahora un tesoro comparable al oro; y ha desatado una «guerra” que enfrenta a diversos actores y amenaza la vida y la economía local.
La escasez hídrica, exacerbada por el cambio climático, ha generado una tensión palpable entre la población y los agricultores contra el Gobierno Regional, al que responsabilizan por una mala gestión del Proyecto Especial Chira Piura. Los agricultores de zonas como Querecotillo o Cieneguillo, en Sullana, denuncian que la represa de Poechos, que históricamente los abastecía, se quedó sin agua de la noche a la mañana. Exigen respuestas y acciones inmediatas ante la pérdida de sus cultivos y su sustento.
«El norte se desangra», claman los representantes agrarios, quienes no comprenden cómo se esperó a que la situación llegara a este punto crítico para recién actuar. En este contexto, las grandes empresas agroexportadoras también han sido cuestionadas y acusadas por los pequeños agricultores de ser los principales beneficiarios del agua, mientras ellos sufren la falta del recurso incluso para sus necesidades básicas.
Denuncian que estas empresas poseen numerosos reservorios llenos de agua, lo que podría generar enfrentamientos entre los mismos agricultores desesperados por salvar sus cosechas. «Las preferencias las tienen los grandes terratenientes, las agroexportadoras”, señalan los agricultores con frustración.
El futuro ya es presente
La desesperación por el agua ha llegado a un punto en que los agricultores se ven obligados a enfrentarse entre sí en una lucha por abrir válvulas de canales de irrigación como el de Cieneguillo. Esta «guerra por el agua» interna refleja la angustia de perder no solo sus cultivos, sino también su principal fuente de ingresos y el sustento de sus familias.
La crisis hídrica también golpea duramente a los ciudadanos de Piura y Sullana, quienes dependen de cisternas para obtener agua. Largas filas con baldes y bidones son la imagen cotidiana, pero la situación se torna crítica cuando el agua de las cisternas se agota, lo que generado reclamos y preocupación por la falta de un recurso básico. «Estamos preocupados qué es lo que vamos a hacer de aquí… Esto asusta, porque un mes no vamos a tener agua», expresa una vecina. Algunas personas incluso recurren a cavar huecos o cargar agua en burros ante la desesperación.
El panorama futuro, según el Senamhi, no es alentador: los pronósticos señalan más sequías y temperaturas extremas debido a los nuevos patrones climáticos. Esta situación agrava aún más la crisis y la convierte en una «guerra que no termina», donde cada gota de agua es disputada como si fuera la última.
En ese sentido, la crisis hídrica en Piura expone la vulnerabilidad de la región ante el cambio climático y la urgente necesidad de una gestión eficiente y equitativa del agua. El mensaje final es claro: «La guerra por el agua no es un futuro posible, es el presente que enfrentamos. Actuemos antes de que sea demasiado tarde».
