Por: Scarlet Timaná
Cada 8 de marzo, el mundo reflexiona sobre los avances en igualdad de género. En el Perú, la percepción de desigualdad ha disminuido, pero las cifras cuentan otra historia: brechas salariales persistentes, violencia de género aún latente y una inseguridad que limita la libertad de las mujeres. Mientras algunos indicadores mejoran, otros retroceden, lo que deja en evidencia que la lucha por la equidad no es solo un asunto de percepción, sino una deuda estructural pendiente en nuestro país.
De acuerdo con un estudio de Datum Internacional, la brecha salarial en Perú se ha acentuado: si en 2022 el 47% de las mujeres creía ganar lo mismo que los hombres en puestos similares, en 2024 solo el 39% lo considera así. Además, el 41% afirma recibir un salario menor, un problema especialmente grave entre aquellas en situación de vulnerabilidad económica.
Violencia de género: una herida abierta
La violencia contra la mujer sigue siendo un flagelo. Aunque el porcentaje de víctimas de agresión ha caído del 24% en 2022 al 16% en 2024, la cifra sigue siendo alarmante. En las regiones centro y sur del país, los índices se elevan al 27% y 24%, respectivamente.
El acoso sexual también ha disminuido, y ha pasado del 18% en 2021 al 8% en 2024. Sin embargo, la vulnerabilidad sigue estando determinada por la situación económica: el 67% de las mujeres de nivel socioeconómico D reporta haber sido víctima de acoso.
A esto se suma un problema estructural: la inseguridad ciudadana. Seis de cada diez mujeres temen caminar solas de noche en el Perú, un país que ocupa el séptimo lugar en la región en percepción de inseguridad para las mujeres, solo por detrás de Chile, México y Ecuador.
En ese contexto, desde la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing en 1995 se han logrado hitos significativos: el 88% de los países han aprobado leyes contra la violencia de género y la representación femenina en parlamentos se ha duplicado. Pero la realidad sigue siendo desigual. Las mujeres ganan, en promedio, un 20% menos que los hombres y asumen la mayor parte del trabajo no remunerado.
Al respecto, ONU Mujeres impulsa ahora Beijing+30, un plan de acción para cerrar la brecha digital, erradicar la violencia, garantizar la participación equitativa en la toma de decisiones y priorizar la justicia climática con enfoque de género.
¿Un retroceso en el Congreso peruano?
En medio de estos desafíos, una polémica propuesta legislativa ha encendido las alarmas. El 26 de febrero, la congresista María Jáuregui Aguayo presentó un proyecto de ley para eliminar la figura penal de feminicidio y reemplazarla por el delito de «asesinato de la pareja».
Los expertos advierten que esta iniciativa podría debilitar la lucha contra la violencia de género, restándole visibilidad a un crimen que responde a causas estructurales. Casos como el de Katherine Gómez, asesinada por su expareja tras negarse a retomar la relación, demuestran que esta no es una simple cuestión de relaciones personales, sino de desigualdades arraigadas en la sociedad.
Pese a las adversidades, muchas peruanas y piuranas están impulsando cambios en sus comunidades. Por ejemplo, Hilaria Céspedes, conocida como ‘Cora’, ha convertido su restaurante en un símbolo de resiliencia frente a las dificultades económicas y ambientales en Lobitos, Talara. La emprendedora lucha contra la desigualdad económica y de género desde su posición. «Animo a que las mujeres emprendan negocios y luchen por sacarlos adelante. Es difícil, pero sí se puede. Yo empecé poco a poco y ninguna dificultad me ha tumbado hasta ahora», dijo a Norte Sostenible.
Pero no es la única. Flor Campos Rivas, joven estudiante de Derecho y cofundadora de Woman Green Leadership, lidera iniciativas de educación ambiental dirigidas a jóvenes y mujeres. Su organización ha capacitado a 25 mujeres en proyectos sostenibles y ha demostrado que el liderazgo femenino es clave para el desarrollo social y ambiental.
Si bien hay avances, las cifras muestran que las barreras de género persisten. Aunque más allá de los datos, son las historias de miles de peruanas las que nos recuerdan que la igualdad de género no es una cuestión de percepción, sino de justicia.