Con la colaboración de Robinson Zapata
La Amazonía se encuentra en un punto bastante crítico, debido al cambio climático y la presión que se ejerce sobre ella con actividades ilegales, como minería, tala y deforestación. Así lo señala un reciente estudio publicado en la revista Nature que analiza los umbrales potenciales que podrían empujar a la selva amazónica a un punto de no retorno. El estudio, en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), señala que para el 2050 entre el 10 % y el 47 % del bosque amazónico podría cambiar de forma irreversible y desaparecer.
La investigación estuvo liderada por Bernardo Flores, de la Universidad Federal de Santa Catalina (Brasil), y concluye que las potenciales alteraciones dependen del aumento de la temperatura, la disminución de la precipitación, el aumento de la temporada seca, la intensidad de la estacionalidad de las lluvias y la deforestación. Traspasar el punto de inflexión de estos cinco factores, provocados directa o indirectamente por el cambio global, puede originar cambios locales y sistemáticos en la Amazonía.
Según el artículo científico, en la actualidad ya se ha sobrepasado los niveles de deforestación y degradación del bosque amazónico, que sitúa como punto de inflexión una deforestación acumulada del 20 %. En este caso, el equipo de investigación establece el límite seguro en el 10 %, aunque ya se ha superado el 13 %.
«El objetivo primordial era evaluar cómo de cerca o lejos estamos de sobrepasar los límites seguros planetarios en lo referente al bosque tropical continuo más grande del planeta», comentó Encarni Montoya, investigadora del CSIC en Geociencias Barcelona (GEO3BCN-CSIC) y coautora del artículo.
La preocupación es alta porque la desaparición de los bosques amazónicos influiría en la regulación climática del planeta, así como en la pérdida de diversidad tanto biológica como cultural en todo el planeta. “Como bosque tropical continuo más extenso del planeta, lo que pase en la Amazonía tiene y tendrá repercusiones a escala global debido, entre otros factores, a su papel de regulador climático”, subraya Montoya.
Pero no son los únicos efectos. También conllevaría la pérdida de diversidad cultural: la Amazonía es el hogar de 47 millones de personas, incluyendo 2,2 millones de indígenas y comunidades locales pertenecientes a unas 400 etnias y culturas diferentes.
En esa línea, para reducir las potenciales consecuencias negativas y evitar la desaparición de la Amazonía los autores apelan a la responsabilidad local e internacional. “Además de desarrollar políticas de restauración y conservación a nivel local para desacelerar la degradación, se deben tomar ya acciones a escala supra gubernamental, en la esfera política global, encaminadas a la disminución de la emisión de gases de efecto invernadero, así como para evitar o disminuir la sobreexplotación de los recursos naturales”, explica la investigadora de GEO3BCN-CSIC.
Amazonía en peligro inminente
En 2015, el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) publicó su primer informe sobre el estado de la Amazonía. Allí destacó la creciente deforestación causada por la minería de oro ilegal en la selva peruana. Sin embargo, a lo largo de los últimos 8.5 años, MAAP ha examinado 198 informes relacionados con los problemas más apremiantes vinculados a la pérdida de bosques en toda la región amazónica.
La Amazonía se encuentra en una situación crítica y se acerca, según los especialistas, a dos puntos críticos inducidos por la deforestación. El primero implica la conversión de bosques húmedos en zonas secas (sábanas) debido a la reducción de ciclos húmedos en toda la amazonía; y el segundo es la conversión de la Amazonía en una fuente de carbono, comprometiendo su función crucial en la mitigación del cambio climático global.
A pesar de la gravedad de la situación, el informe más reciente del MAAP sugiere una esperanza a largo plazo, ya que casi la mitad del área amazónica está designada como zonas protegidas y territorios indígenas, que presentan tasas de deforestación más bajas que las áreas circundantes. Datos recientes de la NASA también revelan abundantes reservas de carbono en la Amazonía.
De manera positiva, se observa una reducción significativa en la pérdida de bosques primarios en 2023 en comparación con el año anterior, especialmente en Brasil y Colombia.
A pesar de las preocupaciones mediáticas sobre los incendios amazónicos, MAAP señala que la mayoría de los grandes incendios en la Amazonía, que incluyen Brasil, Bolivia, Perú y Colombia, emergen en zonas previamente deforestadas. Solo durante estaciones secas intensas, algunos de estos incendios escapan y se convierten en verdaderos incendios forestales.
Principales áreas de deforestación en 2023
En la Amazonía brasilera, la expansión de pastos para ganado concentrada a lo largo de extensas redes de carreteras en el este y sur de la Amazonía brasileña, la deforestación por cultivo de soja en el sureste y minería de oro que afecta varios territorios indígenas son las principales causas.
En Bolivia, la deforestación se focaliza principalmente en las plantaciones de soja ubicadas en el sureste del país. Este fenómeno se ve agravado por la participación de comunidades menonitas, las cuales contribuyen a la deforestación mediante la expansión de estos cultivos.
En Perú, la deforestación amazónica ocupa el tercer lugar como principal fuente de amenaza. Se observa una rápida deforestación en el centro del país debido a la presencia de nuevas colonias menonitas. Además, en el sur, la minería de oro sigue siendo una causa persistente de deforestación, que afecta a comunidades indígenas y áreas protegidas.
Mientras que en Colombia, la pérdida de bosques se concentra en un «arco de deforestación», que rodea áreas protegidas y reservas indígenas. En este sentido, la ganadería y los cultivos de coca son las principales causas de esta problemática.
Aunque la Amazonía ecuatoriana representa solo el 1% de la pérdida total en la región, la deforestación experimentó un alarmante aumento del 80% en el año 2022. Este fenómeno se atribuye principalmente a la minería de oro, la expansión de plantaciones de aceite de palma y la agricultura a pequeña escala.
Mientras que en la Amazonía venezolana, la minería de oro en el Parque Nacional Yapacana se ha convertido en un destacado foco de deforestación, lo cual evidencia la presión ambiental que enfrenta esta región.