Norte Sostenible

De las canchas al mar: el césped artificial contamina nuestros océanos

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cádiz y la Universidad de Barcelona, ​​publicado en octubre del año pasado en la revista Environmental Pollution, ha revelado que el césped artificial que cubre campos deportivos en todo el mundo es una preocupante fuente de contaminación de los ecosistemas acuáticos. “Las elevadas concentraciones halladas frente a la ciudad de Barcelona ponen de manifiesto que las áreas metropolitanas son las principales responsables de la contaminación por fibras de césped artificial”, afirman los autores, que señalan hallazgos similares realizados por otros científicos cerca de Tokio (Japón) y en China continental.

Las fibras de plástico utilizadas en la fabricación de este césped, mayoritariamente compuestas de polietileno (PP) y polipropileno (PE), se han encontrado en un asombroso 50,1% de las muestras de agua recopiladas por los investigadores. Se trata además del 15% del plástico hallado en los océanos. 

Este material, ampliamente utilizado en todo el mundo, revela que sus fibras de plástico, están invadiendo los ecosistemas acuáticos. Y ya no solo se les encuentra en los campos deportivos, sino también en  parques infantiles y jardines privados, lo que se convierte en una seria amenaza para nuestros océanos. 

La mayor parte de las fibras de césped se hallaron en la superficie del mar (62,2%), mientras que en las muestras de agua fluviales apenas el 37%.

La investigación fue liderada por William P. de Haan, del departamento de Geociencias Marinas de Barcelona y tenía como objetivo inicial averiguar el impacto de la contaminación de los plásticos. Con este propósito, se recopilaron un total de 417 muestras de agua en el período comprendido entre junio de 2014 y julio de 2021 en dos ubicaciones distintas. 

Una de las áreas de muestreo se encontraba en la superficie del Mar Mediterráneo, cerca de las costas de Cataluña, en España. La otra ubicación, que se utilizó durante dos años de estudio, estaba situada en el río Guadalquivir, desembocando en el Golfo de Cádiz, en el océano Atlántico. 

Las 87 muestras restantes (aproximadamente 21%) de aguas cercanas a la costa y zonas costeras no están incluidas en ningún estudio o conjunto de datos publicado y fueron analizadas e inspeccionadas en busca de fibras. Aproximadamente la mitad de las muestras de agua inspeccionadas se recogieron de aguas de ríos (48,0%) y aproximadamente la mitad de la superficie del mar (52,0%).

Fuente de contaminación

Las fibras de césped artificial fueron identificadas por su tamaño, forma y color, la mayoría de ellas de tonalidad verde (82% de las muestras recolectadas), mientras que las restantes presentaban colores marrones, amarillos o grises. Además, anualmente, se estima que se pierde hasta un 10% de las fibras de un campo deportivo, y aproximadamente un 16% de estas terminan en los sistemas de drenaje pluvial y las alcantarillas. 

Los expertos informaron también que encontraron fibras de césped artificial en aproximadamente la mitad (50,1%) de todas las muestras recolectadas. La mayor parte de las fibras de césped se hallaron en la superficie del mar (62,2%), mientras que en las muestras de agua fluviales apenas el 37%.

“Las altas concentraciones encontradas frente a la ciudad de Barcelona subrayan que las áreas metropolitanas son las principales contribuyentes a la contaminación por fibra de césped artificial”, dijeron los autores, destacando hallazgos similares de otros científicos cerca de Tokio, Japón y en China continental.

Los expertos informaron también que encontraron fibras de césped artificial en aproximadamente la mitad (50,1%) de todas las muestras recolectadas

De igual modo, indicaron  que aún no se tiene un conocimiento completo sobre la cantidad de fibras de césped artificial que pueden seguir acumulándose en las orillas de ríos, playas y sedimentos en lechos marinos y fluviales. Sin embargo, anticiparon que este estudio servirá de fuente de inspiración para futuros esfuerzos destinados a reducir la liberación y los efectos del césped artificial en el entorno.

Este impacto reviste importancia debido a que, durante 60 años desde que se empezó a usar como sustituto del césped natural, el uso de césped artificial ha contribuido a la contaminación plástica, un factor que hasta ahora ha pasado por alto al considerar cuestiones relacionadas con el clima, la pérdida de biodiversidad y otros problemas, así como las posibles soluciones.

Un negocio bastante rentable

De acuerdo con los investigadores, el negocio del césped artificial en todo el mundo estaba valorado en 8.100 millones de dólares en 2021, y se espera que alcance más de 12.000 millones de dólares en 2027. En nuestro país, en la última década se ha incrementado el número de canchas que usan césped sintético, y Piura no es la excepción. 

Aunque no existen cifras oficiales sobre el número de canchas sintéticas en nuestro país, su expansión es evidente en las diversas ciudades. En Piura, una de las primeras canchas sintéticas fue La Doce, hoy ya desaparecida. Pero, en su lugar, aparecieron decenas más: La Pichanga, El Gato, las canchas de López Albújar, etc. 

En nuestro país se ha incrementado el número de canchas con césped sintético. Foto: Ralph Zapata.

Se trata de un negocio bastante rentable, pues alquilar una cancha sintética durante una hora cuesta entre 60 y 100 soles, dependiendo de la zona. Además, la vida útil del gras sintético es de entre 10 y 20 años. La inversión es variable, y depende de la calidad del material sintético. El metro cuadrado de césped sintético cuesta entre 15 y 50 soles el m2, según un recorrido que realizó Norte Sostenible en los principales puntos de venta físicos y por Internet. 

¿A dónde va el césped sintético viejo de las canchas en Piura? Representantes de algunos de estos negocios dijeron a este medio que lo venden a precios módicos para que sea instalado en canchas de barrios pobres. De esa manera se extiende su vida útil, aunque al final termina en la basura, en botaderos informales y en ríos y finalmente en el océano. 

No obstante, nosotros también llevamos a nuestras casas residuos de plástico de las canchas sintéticas, que son bolitas que se desprenden del campo cuando jugamos y se alojan en nuestras zapatillas. Esos residuos también terminan en la basura, en ríos y mares, originando contaminación por plásticos. 

Es preciso señalar que el césped artificial también contribuye al cambio climático, la lixiviación química y la pérdida de biodiversidad local, pues se reemplaza el ambiente natural por uno artificial. Los expertos recomiendan reflexionar acerca del uso de los plásticos y microplásticos en nuestro país. 

Investigadores españoles han revelado en un reciente estudio que el uso del césped artificial en la Unión Europea produce una alarmante contaminación marina. La venta de estos plásticos contaminantes se ha extendido más allá del fútbol: también se usa en jardines, colegios y en casas. 

12 Enero, 2024