Por Analí Valencia
A 50 años de su creación como área natural protegida, el Coto de Caza El Angolo no solo celebra su historia como bastión de biodiversidad en el norte peruano, sino también enfrenta una serie de desafíos estructurales que podrían comprometer su futuro.
Ubicada entre Piura y Tumbes, con más de 65 mil hectáreas, El Angolo es una de las dos únicas reservas del país bajo la categoría de “coto de caza”. Este espacio natural es crucial debido a que gran parte de su extensión abarca la Cordillera de los Amotapes, un ecosistema de bosque seco que se extiende desde Tumbes hasta el sur de Sullana. Su altitud y características climáticas permiten la existencia de un hábitat diverso para numerosas especies de flora y fauna.
El Coto de Caza El Angolo provee servicios ambientales vitales como la captura de carbono a través de sus bosques y la provisión de pastos naturales a más de 100 familias ganaderas agrupadas en tres asociaciones en las zonas de Lancones, Marcavelica y Fernández.
La riqueza natural del coto es notable y alberga más de 300 especies de flora. Entre las especies forestales importantes se encuentran el Hualtaco, el Guayacán y el Angolo, árbol que da nombre al área protegida. El Algarrobo es también una especie presente en las partes más bajas y planas. Recientemente, se ha desarrollado investigación sobre las plantas medicinales del Angolo, que incluye especies como los overales.

En cuanto a la fauna, se han registrado 195 especies de aves, de las cuales 39 son endémicas de la región de endemismo tumbesino. Además, el coto alberga 37 especies de mamíferos, 20 de reptiles y 8 de anfibios, así como crustáceos, como los camarones de agua dulce. Al menos 20 especies de aves que habitan el área protegida se encuentran en la lista de especies amenazadas. El coto cuenta con el programa de investigación más antiguo de la costa norte, con 30 años de estudio sobre el venado de Cola Blanca, en alianza con la Universidad Nacional Agraria de La Molina. También es uno de los dos cotos de caza en todo el Perú, manejando la fauna silvestre a través de la caza deportiva en 10,000 de sus 65,000 hectáreas.
Sin embargo, pese a su riqueza natural, las condiciones de acceso, el escaso personal de vigilancia, la baja visibilidad turística y los efectos del cambio climático figuran entre sus principales retos.
Acceso limitado, turismo estancado
Uno de los obstáculos más persistentes es la falta de vías de acceso adecuadas. “Para llegar a El Angolo desde Piura, muchas veces es necesario contratar un vehículo particular. Las trochas se vuelven intransitables en temporada de lluvias y no hay transporte público hacia sectores clave como Lancones o Fernández”, explicó Aldo Aguirre, jefe de la reserva del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp).
Aunque el año pasado se asfaltó parte de la vía hacia el caserío El Angolo, el ingreso desde otras rutas sigue siendo complejo. Esto limita el flujo de visitantes y frena el desarrollo de actividades ecoturísticas que podrían generar ingresos sostenibles para las comunidades.

Conservación bajo presión
El Angolo también lucha contra amenazas ambientales como los incendios forestales. El más reciente, ocurrido en 2023, consumió cerca de 10 hectáreas de bosque seco. “El cambio climático ha aumentado la frecuencia de estos eventos. Por eso, debemos estar en permanente estado de alerta”, señaló el vocero del Sernanp.
La tala ilegal y la caza no autorizada han disminuido en los últimos años gracias al trabajo articulado con las comunidades locales. Hoy, 16 vigilantes comunales —en su mayoría ganaderos— participan activamente en la protección del área. Sin embargo, el objetivo es ambicioso: “Necesitamos al menos 80 o 100 vigilantes comunales para tener una presencia efectiva en el territorio”, advirtió el especialista.
«Necesitamos al menos 80 o 100 vigilantes comunales para tener una presencia efectiva en el territorio»
La categorización de especies amenazadas se basa en factores como la pérdida de hábitat por degradación o avance de actividades humanas, y esta lista se actualiza periódicamente. Una de las especies más amenazadas dentro de la reserva es el algarrobo, vital para la economía y cultura local. Este árbol, que ofrece sombra, leña y frutos usados en la elaboración de algarrobina y medicina natural, sufre actualmente un síndrome que causa su muerte progresiva. “No solo está en riesgo una especie, sino todo un modo de vida asociado a ella”, alertó el especialista.
A pesar de que el manejo del venado cola blanca es considerado una experiencia exitosa, se limita al 15% del territorio de la reserva. El Sernanp busca expandir esta práctica hacia otros sectores con participación directa de las comunidades, como se ha hecho en zonas amazónicas. La meta es que la población local no solo conserve, sino también se beneficie y se apropie del territorio.

Más allá de sus fronteras
Finalmente, la gestión integral del Angolo exige una coordinación multisectorial. “Las áreas protegidas no son islas. Necesitamos que los gobiernos locales, regionales y otros sectores como agricultura o transportes se involucren. Solo si la población percibe beneficios tangibles, podremos asegurar la conservación a largo plazo”, sostuvo Aguirre.
Al cumplir 50 años, El Angolo no solo debe ser motivo de orgullo regional. Es un llamado de atención para que las promesas de conservación se traduzcan en acciones concretas y sostenidas.