Fotos: Ralph Zapata/ Norte Sostenible
Todos los años, durante el verano, se repiten las mismas escenas: gente cruzando ríos y quebradas en llantas inflables, botes improvisados, cuerdas o ayudados por otras personas. En Piura, desde el Niño costero 2017 poco ha cambiado, sobre todo en la zona de la sierra. En la actualidad, con la llegada de las lluvias se activaron las quebradas y ríos, lo que obligó a las personas a buscar la manera de trasladarse de un lado a otro.
Norte Sostenible hizo un recorrido por Morropón, para comprobar —otra vez— lo mismo: en el río Charanal, ubicado en la provincia de Morropón, las personas cruzan como pueden: en botes o ayudados por «transbordadores», personas que se ganan la vida con esta actividad. Ellos cargan en sus hombros enseres y productos de primera necesidad. En otros casos, ayudados con palos largos, cruzan mototaxis, motocicletas y bicicletas, arriesgando su vida.
Pedro es uno de ellos. Dice que el año pasado las autoridades les prometieron construir allí un puente, pero hasta ahora no han cumplido. Lo que sí ha ocurrido es que hace cuatro días, cuando comenzaron las lluvias intensas, el badén se rompió. «Estamos cansados de pedir un puente. La gente ya no cree que vayan a construir uno. Por eso nosotros ayudamos aquí a la gente a cruzar este río», dice el hombre que se ha amarrado un polo en el rostro por el inclemente sol.
No es el único que trabaja en medio de la desgracia. Juan Calderón, de 65 años, utiliza su bote de madera para que las personas crucen el río. Lo hace desde hace varios años. «Hemos vuelto hace cuatro días, por la crecida del río. Ya estamos acostumbrados. ¿Pedir? para qué, si el Gobierno nunca cumple. Lo que queda es seguir trabajando y ayudando a las personas a cruzar», sentencia y sus palabras duelen, por la carga de rabia contenida.