Desde hace algunos años, el norte peruano avanza hacia la transición energética, en línea con las políticas mundiales de desarrollo sostenible. En el distrito de Veintiséis de Octubre, entre el olor a mariscos recién cocidos, y en las pistas de la ciudad de Piura, el fuego azul del gas natural ha comenzado a reemplazar los combustibles contaminantes, como el GLP y el diésel, por una energía más limpia y estable. En este especial narramos un cambio que avanza entre el calor de las cocinas y el rugido de los motores y que es liderado por mujeres. Son historias de emprendedoras que hallaron en el gas natural una forma de resistir, ahorrar y seguir creciendo.
Promigas Perú —a través de su marca Quavii— lidera este proceso de masificación de gas natural que ya ha transformado la vida de miles de hogares y negocios en el norte peruano. La empresa ofrece una triple promesa: eficiencia, ahorro y sostenibilidad ambiental.
Desde su implementación, el uso del gas natural ha permitido reducir más de 310,000 toneladas de CO₂ en el país, según detalló Nikolai Álvarez, vocero de la empresa. Y en el sector transporte, los usuarios han logrado ahorros de hasta 70% frente al uso de gasolina. Además, según datos del portal Facilito del Osinergmin, un taxista gasta entre S/ 16.50 y S/ 18.20 por galón de gasohol regular; pero al convertir su vehículo a Gas Natural Vehicular (GNV), el costo baja a S/ 1.90- S/ 2.02 por metro cúbico. El ahorro se siente, y el impacto ambiental también.
Mi María: cocinar sin pausa en Piura
En la larga avenida Prolongación Grau, en el asentamiento humano San Sebastián, se ubica un local donde el almuerzo se sirve rápido y humeante. En el restaurante “Mi María”, cuya propietaria es Patty Sánchez Jiménez, los platos criollos llegan a las mesas con la certeza de que el fuego no fallará. “Antes tenía que estar mirando el balón todo el día, preocupada de que se acabara justo cuando estaba friendo el arroz o el pescado”, cuenta. “Ahora ya no. Cocino tranquila, de largo”, agrega la mujer que esta mañana soleada nos recibe en la cocina de su restaurante.
Pero no solo se trata de comodidad, sino también de ahorro económico. “Si antes gastaba tres balones de gas al mes, ahora pago una tarifa más baja. Es un cambio demasiado grande”, dice con orgullo. El gas natural, explica, le ha dado tranquilidad y continuidad, dos palabras que para un pequeño negocio significan sobrevivir.
En Piura, donde es muy frecuente la demora de los proveedores de GLP, el gas natural se ha vuelto una herramienta de estabilidad. Patty lo resume con una frase: “Con esto, no me quedo parada nunca”, relata mientras sirve un ceviche y arroz con mariscos a dos comensales que este mediodía son sus primeros clientes. En el restaurante “Mi María” la especialidad es la comida criolla y los domingos el frito piurano. Todo lo cocina con gas natural.
Don Diablo: el fuego que no se apaga
El humo de las parrillas se eleva sobre la calle Santa Clara, ubicada en la urbanización Santa Rosa, en Sullana, donde el restaurante “Don Diablo” se ha convertido en parada obligada para los amantes de la comida criolla y la buena música. El olor a langosta y pescado fresco anuncia que el fuego aquí nunca descansa.
“Antes teníamos que parar todo cuando se acababa el balón, era complicado, nos demoraba mucho”, recuerda Maggie Ginocchio Eche, administradora del local. “Y justo pasaba cuando había más clientes. Era un caos”, añade la mujer que nos cuenta que el origen del nombre de su local es un homenaje al pescado diablo, un ejemplar conocido en el norte peruano desde los años sesenta, pero que en España recién ha sido descubierto en aguas superficiales.
La historia cambió cuando el restaurante se conectó al gas natural en junio de este año. Desde entonces, las llamas no se apagan ni en feriados. La potencia del fuego es constante y el ahorro, palpable. “El cambio ha sido grande, demasiado. Ahora los pedidos salen rápido, sin estrés”, dice Maggie, mientras acomoda las brasas en una parrilla humeante.
El nombre del restaurante —Don Diablo— viene del mítico “pescado diablo”, escaso y sabroso, casi un pecado culinario. Pero también de esa relación intensa con el fuego, con la candela que hoy arde sin interrupciones. “Nosotros jugamos con fuego —dice entre risas—, pero con un fuego que ahora dura todo el día”, explica Maggie también sobre el nombre de su negocio. Son más de veinte años en el rubro gastronómico, pero ahora con el gas natural se sienten más seguros del futuro.
Urban 3: la ruta del ahorro en movimiento
El sonido de los motores resuena en el asentamiento humano Flor de Piura, en el distrito de veintiséis de Octubre, donde se ubica el paradero de la empresa Urban 3, una de las pioneras en el uso del Gas Natural Vehicular (GNV). “Comenzamos en 2014, luego de la licitación del plan regulador de rutas de Piura, que permitió el cambio de combis antiguas por buses. Ahora tenemos siete buses a gas natural, con energía limpia”, cuenta María Torres Jaramillo, representante legal de la empresa.
“Queríamos ahorrar combustible y contaminar menos. Y lo logramos. Estamos orgullosos de lo que hemos conseguido hasta ahora”, agrega la empresaria. Los números hablan por sí solos. Mientras un bus a diésel necesita entre S/150 y S/220 diarios para operar, uno a GNV lo hace con S/100 ó S/120. “La diferencia es grande, y el servicio nunca falla”, asegura Torres, mirando las unidades alineadas en el paradero.
Los buses de Urban 3 parten del paradero Flor de Piura y cruzan todo el distrito de Veintiséis de Octubre hasta la Quebrada El Gallo, en el distrito de Castilla. Es decir, cruzan el corazón de Piura de lado a lado. Su aporte no solo está en la inclusión de zonas vulnerables al transporte público, sino también en que contribuyen a la descontaminación del parque automotor de una ciudad expuesta a altas temperaturas.
Para los transportistas del norte, el cambio ha significado más días de trabajo y menos gastos, pero también un paso hacia una movilidad más limpia. “No solo es ahorro —dice Torres—, es una forma de cuidar el aire que respiramos”, nos dice mientras supervisa la llegada de los buses al paradero.
El norte y una energía que transforma
Lo que une a estas tres historias es una misma llama: la del gas natural, que ha comenzado a redefinir la economía cotidiana en el norte peruano y a contribuir en la mitigación de los efectos del cambio climático. En los últimos años, Norte Sostenible ha seguido de cerca este proceso. En el reportaje “Camino a la transición energética”, se documentaba cómo el norte avanzaba hacia un modelo más limpio y sostenible. Hoy, esa transición ya muestra resultados más tangibles.
Promigas Perú, a través de su marca Quavii, lidera este cambio con una estrategia de masificación que abarca Piura, Lambayeque, Cajamarca, La Libertad y Áncash. El vocero Nikolai Álvarez destaca que desde la implementación del sistema de distribución, el uso del gas natural ha permitido reducir más de 310,000 toneladas de CO₂ en el país, marcando un hito en la ruta hacia el desarrollo sostenible.
Además, el avance de la infraestructura ha permitido conectar a más de 343 mil familias, 600 industrias y 16 mil vehículos, gracias a una inversión acumulada cercana a 500 millones de dólares.El impacto también se siente en los bolsillos. El gas natural se ha convertido en el aliado del ahorro de los peruanos.

En el sector transporte, los usuarios han logrado ahorrar hasta un 70% frente al costo de la gasolina. Según el portal Facilito, del Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergmin), un taxista gasta entre S/16.50 y S/18.20 por galón de gasohol regular; en cambio, al convertir su vehículo a Gas Natural Vehicular (GNV), el costo baja a solo S/1.90 o S/2.02 por metro cúbico.
A este panorama se suma un dato reciente que habla de un avance significativo en la política pública nacional: el Programa Ahorro GNV, promovido por el Ministerio de Energía y Minas, que ha logrado convertir 400 buses de diésel a gas natural vehicular, mediante un mecanismo de financiamiento sin cuota inicial ni intereses a cinco años. Este hecho demuestra que la transformación no es solo tecnología o empresas privadas, sino un esfuerzo conjunto entre el Estado, los transportistas y los ciudadanos para hacer realidad una matriz energética más limpia.
Los desafíos que persisten
Pero este avance aún debe extenderse más. El presidente de la Sociedad Peruana de Hidrocarburos (SPH), Felipe Cantuarias, advierte que “en las regiones no se ha logrado generar suficiente demanda para que se invierta en infraestructura de ductos. La falta de demanda ha frenado la inversión privada para llevar el gas natural a más hogares y negocios en todo el país”.
A esta limitación se suman las percepciones del usuario común. El especialista de la Universidad de Piura (UDEP), Daniel Marcelo Aldana, señala que el GLP sigue siendo más conocido y familiar para el público doméstico y comercial, lo mismo que el diésel en la industria. “Los costos iniciales de conexión e instalación pueden ser percibidos como barreras, tanto para hogares como empresas”, añade.

Y así lo comprobamos en Norte Sostenible en el proceso de reportería para este informe. En locales de Piura y en el distrito de Veintiséis de Octubre, en varios negocios de Santa Margarita, La Molina I y II, Enace, San Sebastián y Micaela Bastidas existen conexiones domiciliarias, pero los dueños de los negocios nos contaron que no usan gas natural porque necesitan una conexión extra para una cocina industrial. Dicho costo de instalación, según los entrevistados, es de 3 mil soles.
Comedores populares y vasos de leche en Piura no han accedido al gas natural de Promigas por la barrera económica. Siguen usando balones de GLP.
Dada la actual coyuntura económica, muchos de los negocios visitados siguen usando gas en balones GLP y no gas natural domiciliario por la barrera económica. Incluso varios comités del Programa Vaso de Leche y comedores populares de Veintiséis de Octubre enfrentan esta barrera para migrar hacia el gas natural, lo que representaría ahorro e inclusión energética.
Estos retos muestran que la masificación del gas natural no depende solo de la tecnología, sino de políticas públicas que incentiven la demanda regional, educación energética y mecanismos que reduzcan las barreras de entrada para los usuarios más pequeños.
Al respecto, Nikolai Álvarez, vocero de Promigas Perú, explicó a Norte Sostenible que la empresa, como parte de su política responsabilidad social, ha conectado gas natural a estaciones de bomberos, asilos de ancianos, comedores populares, entre otros. Añadió que el Estado, a través del Fondo de Inclusión Social Energético (FISE), ayuda a programas sociales a acceder al gas natural de Quavii, filial de Promigas. «Más de 275 iniciativas de índole social han sido conectadas en Piura, Lambayeque, La Libertad y Cajamarca, gracias al FISE», comentó.
Sobre los casos expuestos en este reportaje, Álvarez indicó que se deben evaluar al detalle. «Para acceder al gas natural lo puedes hacer como persona natural o jurídica, en el caso de los vasos de leche funcionan en viviendas de alguna de las socias, que a veces solo cuentan con conexión residencial. Tienen la opción de conectarse con FISE, pero cumpliendo cierto requisitos», agregó.
Otra limitación: el arbitraje internacional
Mientras el norte celebra sus logros, una tensión crece entre empresa y Estado. Promigas, a través de su filial Quavii, ha iniciado un arbitraje internacional ante el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) por una disputa con Osinergmin. La controversia gira en torno a las nuevas tarifas de distribución fijadas para el periodo 2025–2028, que —según la empresa— no reconocen las inversiones realizadas en el norte y ponen en riesgo su operación futura.
Para Promigas, una tarifa más justa es clave para continuar expandiendo la red hacia comunidades donde el gas aún no llega. Para el Estado, el desafío está en mantener el equilibrio entre la regulación, la inversión y el derecho ciudadano al acceso energético.
El caso, que aún se encuentra en fase de “trato directo” o negociación, podría marcar un precedente para toda la industria energética del país. Si se logra un acuerdo, el Perú podría consolidar un modelo inclusivo y sostenible. Si no, el litigio podría generar incertidumbre y frenar la expansión del servicio.
Mientras tanto, en los fogones de Mi María y Don Diablo, y en las rutas de Urban 3, la vida sigue su curso. Doña Patty Sánchez dice que el gas “le cambió la rutina”; Maggie Ginoccio jura que “ya no hay pausas en la cocina”; y los choferes de Urban 3 aseguran que su tanque “rinde más que nunca”. Allí, en esos fuegos encendidos y motores en marcha, se escribe la otra cara de esta historia: la de un norte que avanza hacia la ansiada transición energética.
Investigación: Ralph Zapata/ Robinson Zapata Videos: Ralph Zapata/ Robinson Zapata